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      Ruta del Chocolate Belga:

Bombones en el campo de batalla.

 

<<Después de comer chocolate te sientes como un dios, como si pudieras conquistar a los enemigos, liderar ejércitos, atraer a los amantes...>>,

 (Emily Luchetti).

Contexto.

La Historia del cacao se remonta a hace más de 2.500 años. Árbol que nace en la Amazonia, y que será cultivado por mayas y aztecas, su nombre describiría su naturaleza, llena de fuerza y vigor. La bebida obtenida de este fruto, de delicioso aroma, estaba limitada al placer de los emperadores, los nobles y los guerreros, quienes añadían miel y vainilla para contrarrestar su sabor amargo. Cristóbal Colón acercaría esta semilla a Europa que, sin embargo, no ofrece demasiado interés en un primer momento. Serían Hernán Cortés y sus hombres quienes otorgarían valor a su sabor y efectos, convirtiendo a España en la única consumidora europea del exquisito xocolatl. Gracias al matrimonio entre la infanta Ana de Austria y Luis XIII de Francia (casamiento que incluiría en la dote de la princesa la receta del chocolate), este manjar entra en Francia, extendiéndose, poco a poco, al resto de los países europeos. Entre ellos será fundamental la ciudad de Brujas, que se encontraba bajo el dominio de la corona española. Si esta ruta nos lleva hasta Bélgica es por el excelente tratamiento y originalidad que desde entonces los belgas han otorgado al chocolate. A la anécdota de que el praliné nace por el descuido de un cocinero de la corte real (que derramó azúcar derretida sobre almendras molidas), los belgas añaden su idea de verter el chocolate sobre este dulce, y... voilà!, nace el bombón, que rellenarán de praliné, de crema de frutas, de licor, de mazapán... Bélgica se corona como experta en el arte del cacao y desarrolla una ruta deliciosa que nos llevará hasta los rincones más atractivos de esta dulce tierra. 

 

Itinerario.

Partimos desde la preciosa ciudad de Brujas. Famosa por sus canales (es conocida como "la Venecia del norte"), Brujas es un destino de excepción para los amantes del chocolate. Es considerada como la capital de este dulce, y es que en la Edad Media ya era costumbre mezclar el cacao traído por los españoles con el azúcar de caña importado desde Madeira. Presume de poseer un Museo del Chocolate dedicado a mostrar la Historia del cacao, así como la exposición de verdaderas obras de arte. Pero si queremos comprar un chocolate verdaderamente exquisito, tendremos que visitar The Chocolate Line, una experta en la tradición de este arte (Simon Stevinplein, 19); o Chocolatier Dumon, con sus originales sabores de lavanda o gengibre, sus chocolates con frutos secos y frutas o los bombones de limoncello y pomelo (Eiermarkt, 6). Y, para quemar calorías tras la degustación, os recomendamos hacer la ruta "Choc! Around the Clock", una visita de dos horas de duración donde nos enseñarán el casco antiguo de la ciudad mientras se relatan anécdotas relacionadas con esta delicia.

 

De profundo aire medieval, Gante presume de poseer un aroma dulce capaz de seducir a sus visitantes. Junto a sus gominolas, tartas y gofres, Gante expone su amor por el chocolate y se convierte en toda una tentación para los más golosos. Ejemplo de ello es las chocolatería Van Hecke (Koestraat, 42), creada por verdaderos maestros chocolateros que, además, se codean con el arte de la heladería y los dulces (¡no os podéis perder su pastel de chocolate!); o la Van Hoorebeke (Jan Breydelstraat, 1), creada en 1982 y cuya originalidad ha dado como resultado productos de gran calidad (eso sí, ¡cuidado con sus precios).

 

Viajamos hasta Amberes. Famosa por su chocolate, abundan aquí los talleres de gran nombre y reconocimiento, como el de Burie (Korte Gasthuisstraat, 3) o Del Rey (Appelmansstraat, 5). La chocolatería Burie es famosa por conservar un tratamiento del cacao basado en los métodos tradicionales. Aunque apuestan también por procesos innovadores, los sabores clásicos son la esencia de sus creaciones, proporcionándoles un lugar fundamental en su productos. Si visitamos Del Rey disfrutaremos de sus sabores únicos:  bombones con Baileys, con infusión de té, con aroma a champán... Justo al lado de su tienda disponen de un Chocolate lounge donde podremos disfrutar de una taza de café con infinidad de variedades deliciosas. 

 

Para concluir, qué mejor que visitar Bruselas, su capital, donde podremos encontrar tiendas dedicadas exclusivamente a la venta del chocolate. Abundan aquí los chocolateros dedicados durante décadas a este sabroso arte. Parada imprescindible es la famosa (y lujosa) Godiva. Esta empresa nace en 1926 y su nombre se inspira en la leyenda anglosajona de Lady Godiva. De hecho, las cajas de bombones de color dorado, con el dibujo de la condesa desnuda sobre un caballo, es uno de los souvenirs más preciados por los turistas (Godiva. Grand-Place 22, 1000 Bruselas, Bélgica). Cómo no visitar la Chocolatería Mary. Proveedora de la Casa Real, nace en 1919 y puede presumir de tener los mejores bombones de Bélgica, con hasta 70 tipos de sabores que van desde el caramelo hasta suaves licores (Mary. Rue Royale 73, 1000 Bruselas, Bélgica).

 

 

Dicen que cuando uno viaja a Bélgica y disfruta de este oro oscuro sólo una idea ronda en nuestra cabeza: "¡No tenía ni idea de que se podía hacer esto con el chocolate!" Os invitamos a comprobarlo personalmente...

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