Ruta del Califato, sabores de Al-Ándalus
Contexto.
Año 929. Comienza en Al-Andalus el Califato de Córdoba, con Abderramán III, y con él se inicia en la Hispania musulmana una época de esplendor político, cultural y comercial. La Ruta del Califato nos transporta a ambientes de canela, nuez moscada y comino, mezclados con el aroma del perfume de rosas. El título de "califa" surge en el hasta entonces emir Abderramán III como forma de reunir en un solo cargo el poder político y religioso. "Nos parece oportuno que, en adelante, seamos llamados Príncipes de los Creyentes", como él mismo escribiría a sus gobernantes. Con este hecho se desligaba del poder de Bagdad y pasaba a obtener soberanía absoluta sobre sus tierras.
Comenzamos nuestra andadura partiendo de Córdoba, centro político y residencia del califa, para llegar hasta la Granada nazarí, ciudad que asistió al final del poder musulmán en España. Este camino fue muy utilizado durante siglos, de hecho son muchos los libros de viajes que lo describen, siendo Andrea Navariego (embajador de Venecia del siglo XVI) quien volvería a ponerlo en uso hasta nuestros días. En la Edad Media esta ruta fue seguida por numerosos mercaderes procedentes de todo el mundo. Podemos imaginar el ir y venir de viajeros portando telas de lino, aceite de oliva, azafrán o el popular qirmiz (nuestro actual "carmesí"), un tinte de color rojo extraído de insectos, muy apreciado por los comerciantes italianos.

Itinerario.
Córdoba será nuestro punto de partida, joya occidental de la época musulmana:
"En ningún momento, ni Roma ni París, las ciudades más pobladas
del Occidente medieval cristiano, se acercaron siquiera
al esplendor de Córdoba",
Dufourq.
Su mezquita es visita obligada, así como la Sinagoga, la Casa de Sefarad y el Alcázar de los Reyes Cristianos. Pasear por sus calles, visitar sus baños, caminar por sus zocos es regresar a un pasado cuya herencia late en elementos tan característicos como la gastronomía. Las recetas de sus ascendientes musulmanes han llegado hasta nuestra actual dieta mediterránea combinada con los sabores de Bagdad, Persia, Marruecos, Argelia, Túnez y Siria. Este elemento permanecerá vivo durante todo nuestro viaje a través del uso del orégano, la hierbabuena, el estragón, así como la presencia de la espinaca, la berenjena o la naranja amarga. Os aconsejamos probar el famoso salmorejo, el cordero a la miel y el pastel cordobés (una masa de hojaldre rellena de cabello de ángel).

Tras arrancar de la capital del califato, nuestra ruta nos ofrece dos posibilidades: la ruta sur y la ruta norte.
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RUTA NORTE:
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Espejo (a 36 kms. de Córdoba-34 mins. aprox). Ubicada sobre una ladera, destaca en esta ciudad su Castillo Ducal y la Iglesia de San Bartolomé. Su nombre procede de una errónea traducción del latín Specula, que significa "fortaleza" o "castillo". Como anécdota histórica más reciente, fue en esta tierra donde se tomó la famosa fotografía de Robert Capa, Muerte de un miliciano, durante la Guerra Civil Española. Su repostería es su mayor símbolo gastronómico: bollos de leche, pestiños, magdalenas y sus "bichitos", unos dulces hechos a base de huevo, aceite de oliva, azúcar y ralladura de limón.
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Castro del Río (a 8,4 kms. de Espejo-12 mins. aprox). Localidad incluida en el Camino Mozárabe de Santiago, Castro del Río es uno de los pueblos más bellos de Córdoba, con una larguísima tradición histórica. Sus muros están llenos de testimonios de las muchas culturas que pasaron por aquí, como las monedas egipcias que han sido encontradas. El nombre de Castro del Río se enlaza con importantes capítulos históricos, como el momento en el que Fernando el Católico se reúne con los soldados que más tarde le acompañarán en la conquista de Granada.
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Baena (a 19 kms. de Castro del Río-21 mins. aprox). Ciudad del olivo y el aceite, Baena fue muy valorada por la era musulmana gracias a sus fértiles tierras llenas de trigales e higueras. De su castillo apenas quedan restos, pues, tras la caída del califato, la ciudad fue brutalmente saqueada por los beréberes. Sus sellos gastronómicos son el aceite de oliva y el vino de Montilla, y sus postres son descendientes directos de los dulces moriscos: magdalenas de coco y almendras o pestiños preparados con vino, zumo de naranja y clavo.
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Zuheros (a 12 kms. de Baena-17 mins. aprox). Sus callejuelas estrechas, sus plazas y rincones, sus olivares, hacen de Zuheros una localidad que ha sido capaz de conservar el encanto de una época pasada. Todo ello ha ayudado a que hoy día sea considerada como Bien de Interés Cultural. El Castillo Palacio de Zuheros fue construído por los árabes en el siglo IX y se encuentra descansando sobre un enorme risco. Sus platos nacen de ingredientes propias de la sierra, y su bebida típica es el resol, un licor hecho a base de anís, café y naranja.
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Luque (a 7 kms. de Zuheros-10 mins. aprox). Es uno de los pueblos más antiguos de la comarca y su gastronomía da muestra de ello. La cocina de Luque tiene su origen en nuestros antepasados fenicios, los íberos y los romanos, de los que han adoptado numerosos métodos culinarios. Su repostería es un eco de los dulces árabes (mostachos, roscos de anís, panecillos...), mientras que sus guisos son de herencia judía.
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Alcaudete (a 22 kms. de Luque-25 mins. aprox). Ubicada en la provincia de Jaén, Alcaudete guarda uno de los castillos más importantes y mejor conservados de la provincia. También conocida como Hisn al-Qabdaq, "ciudad de los manantiales", los árabes levantaron en esta ciudad una imponente fortaleza que le otorgó la fama de "inaccesible" durante la época califal. Este centro fue zona comercial muy activa y disputada por musulmanes y cristianos. Alcaudete es famosa por sus orejones, sus melocotones deshuesados, troceados y secados al sol, muy usados para dar sabor al ponche de vino.
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Castillo de Locubín (a 19 kms. de Alcaudete-21 mins. aprox). De la provincia de Jaén, Castillo de Locubín era conocido en la época islámica como Hisn al-Uabin, término que puede ser traducido como "Castillo de las Águilas" o "Castillo de las Cuevas". Esta localidad fue testigo de la revuelta muladí (el muladí era el descendiente del cristiano convertido al Islam), hasta que Abderramán III puso fin a esta revuelta en el año 918. La rebelión fue aplastada por el califa, pero fue una zona que, por su posición fronteriza, estuvo continuamente saltando de manos musulmanas a manos castellanas. Sus empanadillas de cidra y la manta castillera, los símbolos de su tierra.
2. RUTA SUR:
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Fernán Núñez (a 31 kms. de Córdoba-28 mins. aprox). Algunas torres de la época musulmana conservan sus restos en Fernán Núñez. El nombre de esta localidad procede del capitán Fernán Núñez de Témez, uno de los oficiales de las tropas del rey Fernando III. Su Palacio Ducal es uno de los edificios civiles más importantes de Córdoba, declarado Bien de Interés Cultural. Su Jueves Lardero (el jueves anterior al Miércoles de Ceniza) es una festividad que debe su origen a la reconquista española, a la toma de Granada por parte de las tropas cristianas, victoria en la que participaron algunos vecinos de la ciudad. Ese día es frecuente el dulce de Hornazo, una especie de empanada muy típica en algunas zonas de España.
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Montemayor (a 3,5 kms. de Fernán Núñez-5 mins. aprox). En época árabe esta comunidad era un importante distrito agrícola gracias a sus tierras y a su excelente trigo. Es posible que su nombre actual proceda de la época del rey Alfonso X el Sabio, quien afirmaba en sus cronologías que la zona era abundante en animales de caza mayor. Muestra de ello son los colmillos de jabalíes que han sido encontrados. Muy típicos aquí son los roscos de aguardiente y, sobre todo, los panetes, dulces de figurita humana o de animales que se regalan a los niños en el día de Todos los Santos.
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Montilla (a 12,7 kms. de Montemayor-16 mins. aprox). La ciudad del vino (por la calidad de su uva Pedro Ximénez), Montilla estuvo poco poblada durante la época musulmana. Sin embargo, su privilegiada situación le ha permitido disfrutar de alimentos frescos y variados como el pescado de Málaga. Sus postres están bañados por el zumo de la uva, como las gachas de mosto y el arrope.
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Aguilar de la Frontera (a 11 kms. de Montilla-17 mins. aprox). Hermosa localidad, es tierra de viñedos y olivares. De la memoria de la época califal, se conservan los "risaos", dulces compuestos de almendras, azúcar, yema de huevo y raspadura de limón.
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Lucena (a 24,6 kms. de Aguilar de la Frontera-21 mins. aprox). Fue conocida como la ciudad de las Tres Culturas: judía, musulmana y cristiana. Durante la primera etapa de la era musulmana, Lucena jugó un papel fundamental por ser el núcleo principal del reino de Al-Ándalus. Sus calles estuvieron habitadas por intelectuales judíos que, más tarde, viajarían a Toledo para fundar la Escuela de traductores.
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Cabra (a 15 kms. de Lucena-17 mins. aprox). Con la conquista musulmana, Qabra (como se denominaría en árabe) asistió a numerosas luchas entre árabes y cristianos. Sería tras la caída del Califato de Córdoba cuando Cabra pasó a formar parte de la Taifa de Granada. Fue en esta ciudad donde, en el año 1079, tuvo lugar el combate del Cid Campeador contra los norteafricanos ziríes. El sabor de su gastronomía es herencia directa de su pasado histórico: almendras, ajonjolí, miel...
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Carcabuey (a 19 kms. de Cabra-21 mins. aprox). Su topónimo procede de la época romana y adquiere la fonética árabe con el nombre de Karkabul: puerto de montaña. Su situación geográfica convirtió a estas tierras en zona estratégica
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Priego de Córdoba (a 8,7 kms. de Carcabuey-15 mins. aprox). Durante el califato de Córdoba fue una ciudad de notable importancia y asistió a numerosas guerrillas llevadas a cabo por los emires cordobeses. Un dulce que destaca en esta localidad es el "piñonate", una especie de rosco hecho a base de aceite, huevos, azúcar y canela.
3. ÚLTIMA ETAPA, RUTAS NORTE/SUR.
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Alcalá la Real (a 11,4 kms. de Castillo de Locubín-16 mins. aprox/a 28,8 kms de Priego de Córdoba-28 mins. aprox). Esta localidad conserva la Fortaleza de la Mota, ubicada sobre una cumbre a 1.033 metros de altitud. Sobre ella se aprecia toda la ciudad, y su nacimiento data del siglo VII. Sería con la presencia árabe cuando Alcalá la Real tomaría un importante papel gracias a su situación estratégica: llegó a convertirse en una de las ciudades fortificadas más importantes de Al-Andalus. Sus dulces tradicionales nos hablan de roscos de vino, rosquillas y turrón de almendras, y su licor de membrilo y el arresol (licor de café y aguardiente) hacen las delicias de los viajeros que se animan a visitar esta tierra.
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Moclín (a 30 kms. de Alcalá la Real-31 mins. aprox). Su ubicación fue fundamental para el reino nazarí, ya que permitía el control del paso entre Alcalá la Real y la Vega de Granada. Su castillo supuso una potente red defensiva que fue construida para proteger a la capital del reino. Junto al arresol y al licor de membrillo encontramos en su gastronomía el licor de nueces, hecho a base de vino tinto, azúcar y nueces recogidas en el día de San Juan. Este licor se prepara el día que se conmemora al santo, y se deja tapado hasta Nochebuena.
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Pinos Puente (a 16 kms. de Moclín-20 mins. aprox). Fue cerca de esta localidad, en el Cerro de los Infantes, donde transucrrió el llamado "Desastre de la Vega de Granada". El ejército castellano-leonés era derrotado por los hombres del Sultán de Granada Ismail I. El nombre de esta ciudad le fue otorgado en el año 1341, ya que Pinos Puente fue una ciudad puente que sirvió como aduana para controlar a los viajeros que circulaban por la ruta del califato.
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Colomera (a 21,6 kms. de Pinos Puente-27 mins. aprox). Ciudad que debe su topónimo al latín Columbaira ("nido de palomas"), Colomera fue una antigua fortaleza medieval cuyo objetivo era proteger a la capital nazarí y proporcionarle alimento (trigo, chacinas, carne...). En el año 1486 fue tomada por los Reyes Católicos y, desde entonces (y hasta la caída final de Granada), estuvo ocupada por tropas castellanas. Lo curioso de este hecho es que ese mismo séquito ayudaría en la expedición de socorro a Boabdil cuando fue bloqueado en el Albayzín por su tío.
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Güevéjar (a 25,2 kms. de Colomera-30 mins. aprox). Nos encontramos cerca de la capital nazarí. Antiguamente Güevéjar era una alquería árabe, es decir, una pequeña comunidad rural que sufrió terriblemente con las luchas de la Reconquista. Las gachas picantes, las migas con melón y los dulces borrachuelos son algunos de sus platos más esquisitos.
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Cogollos Vega (a 4,4 kms. de Güevéjar-7 mins. aprox). Su historia está profundamente ligada a la historia de Granada debido a su proximidad. Interesante en nuestra ruta sería visitar sus baños árabes, procedentes, posiblemente, de la época de los taifas. Una antigua tradición en esta localidad es tomar pan, mojado en agua, con chocolate.
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Alfacar (a 8 kms. de Cogollos de Vega-13 mins. aprox). Conocida por la calidad de su agua (procedente de numerosas fuentes y manantiales), Alfacar derrama historia en cada esquina. Su nombre es eminentemente árabe, y su papel en la derrota de la Granada musulmana fue fundamental. Cuando Alfacar fue tomada, la capital nazarí vio cómo el suministro de agua potable desaparecía. Fue, además, en las proximidades de esta ciudad donde falleció el escritor Federico García Lorca. El pan artesano es delicioso aquí, así como las gachas con miel.
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Víznar (a 2,5 kms. de Alfacar-6 mins. aprox). Su origen es árabe y fue una de las últimas villas tomadas por los Reyes Católicos. Conocida es su gastronomía, que nos ofrece "volaillos" o "barriguitas de vieja" y "nochebuenos", pan típico el día de Nochebuena cocinado a base de pasas, nueces, matalauva y sésamo.
Desde aquí llegamos a Granada (a 10,2 kms. de Víznar-18 mins. aprox), el esplendor nazarí. Con la Alhambra como testigo, nos adentramos en el último refugio del poder musulmán en España. Gracias a la disputa por el trono entre Muley Hacén y su hijo Boabdil, los Reyes Católicos vieron facilitada la toma de la ciudad. Se produce el llanto del moro Boabdil ("Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre") y, la tan querida Granada, pasa a manos españolas. Granada tiene magia gracias a su mezcla cultural. Sus zocos, sus callejuelas y las mil y una teterías nos recuerdan su pasado histórico entre tazas de hierbabuena y piñones. Sus dulces conservan toda la tradición morisca de la almendra.

Llegados al final de nuestra ruta, no nos queda más que desearos que disfrutéis de esta preciosa ciudad:
"Con Granada se despiertan los sonidos más dulces.
La vista, el oído, el tacto y, sobre todo, el dulce gusto..."
(Jorge Oteiza).