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La Casa de Ana Frank.

El mundo entre cuatro paredes.

 

"Quiero que algo de mí perdure después de la muerte",

(Diario de Ana Frank).

 

Situada en pleno corazón de Amsterdam, en un entorno bellísimo de canales, se encuentra la Casa de Ana Frank, uno de los lugares más significativos y emblemáticos de la historia de los judíos durante la II Guerra Mundia. El diario, publicado tras su muerte, se convirtió en la voz de aquellos que tuvieron que esconderse amenazados por el garrote del nazismo. Un único delito: ser judíos; una única intención: sobrevivir. El día a día de la pequeña, plasmado en este diario, ha provocado que el lugar desde el que escribió se convierta en un punto de interés para aquellos que se conmovieron con sus letras.

 

En esta pequeña casa, que pretendía ser invisible al resto de mundo, se escondieron Ana Frank y su familia. El edificio en el que la familia Frank buscó asilo era hasta entonces el lugar donde se ubicaban las oficinas de la compañía de Otto Frank, una empresa de especias y conservas llamada Opekta y Pectacon. La planta baja poseía tres estancias: el lugar donde se guardaban los bienes, la entrada para realizar las entregas y, detrás, el lugar donde se molían las especias. Al fondo se encontraba el almacén donde se almacenaba el material, mientras que en el primer piso se ubicaban las oficinas para los empleados de Frank. Pero será en la casa trasera o “Anexo Secreto” (como lo llama Ana) donde permanecerían escondidos. Esta zona estaba oculta a la vista gracias a la presencia de otras casas, y fue esta posición aislada la que llevó a Otto a pensar que se trataría de un buen refugio. Sin embargo alguien delataría su presencia y, dos años después, fueron enviados a campos de concentración de los que sólo él saldría con vida.

 

Actualmente la casa es un museo dedicado a contarnos cómo un grupo de personas logró sobrevivir durante varios angustiantes meses escondidos tras una falsa estantería que les protegía del exterior. Accederemos al ático y al desván del edificio, y podremos conocer algo más de los tiempos que le tocó vivir a Ana, un  personaje que se ha convertido en ejemplo de la persecución y discriminación que sufre el ser humano en tiempos de guerra. La Casa se inauguró el 3 de mayo del 1960, aunque desde mucho antes -poco después de que el libro fuera publicado- la gente comenzó a interesarse por conocer el sitio en el que se habían escondido, siendo por aquel entonces los propios empleados encargados de ocultarles quienes harían de guías.

 

Si habéis leído el Diario de Ana Frank es una visita realmente emocionante.

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